
Daniel Swarovski nació en Bohemia en 1862. Bohemian Georgenthal formaba parte del Imperio Austrohúngaro y era uno de los centros industriales más importantes para el vidrio y el cristal. Su padre trabajaba cortando cristal en una pequeña fábrica por lo que desde joven Daniel tuvo contacto con este oficio y decidió seguir sus pasos.
Cuando a la edad de 21 años visita la I Elektrische Ausstellung en Viena (Primera Exhibición Eléctrica), obtiene la inspiración que cambiará su vida: las nuevas técnicas de Siemens y Edison le animan a desarrollar una máquina para el corte del cristal. Nueve años después (1892), registra la patente de su invento: una sistema que, por primera vez, posibilitaba cortar el cristal a la perfección. Era más rápido y más preciso que el trabajo manual. Así empezó una nueva era en el mundo de cristal.
Decidido a fundar su propia fábrica crea en 1895, junto a su cuñado Franz Weis y con Armand Kosmann, la empresa que es hoy en día. Acompañado por su familia se muda a Wattens en el Tirol, ya que los Alpes proporcionarían un factor firme para construir la fábrica en aquel lugar: grandes cantidades de agua en forma de vapor que impulsarían las máquinas.
Con sus tres hijos, Wilhelm, Friedrich y Alfred, construye una planta para la producción de cristal, de este modo irían más allá del simple tallaje y proporcionarían material de calidad superior. Como ahora, en ese momento, el éxito de la compañía está basado en exigir la calidad más alta. En 1913 empieza la producción y muy pronto las piedras de Swarovski causaron gran excitación, siendo codiciadas en todas partes.
La compañía continuó creciendo y desarrollándose en otros campos: En 1925, los experimentos en Wattens se centraron alrededor de la producción de elementos de vidrios reflectantes, conocidos como Swareflex. Desde entonces, la calidad y durabilidad de los reflectores de vidrio de Swarovski se han vuelto invaluables. El hijo mayor Wilhelm produciría más tarde (1935) su primer prototipo de un par de prismático. Estos prismáticos, con la marca de fábrica Habicht, abrió las puertas a la industria de la óptica y se volvería el salvador de la compañía durante la guerra. Hoy Swarovski Optik es el líder de los instrumentos de precisión ópticos.
En cooperación con Christian Dior, Manfred Swarovski, el nieto del fundador de la compañía, creó la Aurora Boreal un brillo especial para el vidrio que refleja al mismo tiempo todos los colores del arco iris. Esto era algo completamente nuevo. La piedra se volvió un éxito mundial y empezó una nueva tendencia de moda: piedras cubiertas en una variedad de colores con brillos o efectos iridiscentes. Inspirado por el éxito de la Aurora Borealis, Swarovski empezó a dar nombres evocadores a sus creaciones especiales.
Después de años de investigación y de esfuerzos tecnológicos, Swarovski presentó su tecnología Hot-Fix que hizo posible agregar brillo a cualquier artículo de ropa en 1975. Con la ayuda de un pegamento fundido, podrían aplicarse motivos de cristal terminados a los materiales más diversos con el uso de calor y presión. Así los jeans, camisetas, trajes de baño y ropa interior ganaron brillo y seducción.
Ya para el año 77 Swarovski comienza a utilizar óxido de zirconio, un material sumamente duro que precisa de tecnología láser para ser moldeado y así obtener la mejor imitación posible de los diamantes.
La compañía abre Swarovski Kristallwelten en Wattens un centro de exhibición diseñado por el artista André Heller como homenaje a sus orígenes. En este lugar el mundo mágico de cristal cobra vida sobre un área de 2000 metros cuadrados. Las obras de arte y las creaciones fantásticas ilustran la historia de la empresa y muestran las diferentes facetas que ofrece la belleza del cristal. Junto a Heller otros artistas de renombre crearon espacios con millones de chispeantes y relucientes cristales para formar una gran obra de arte en la que la luz, los colores, música, agua, los aromas y las dimensiones de los espacios juegan para transportar a los visitantes a un mundo de fantasía. Para crear la ilusión de un mundo subterráneo de cristal, se excavaron cuevas y se formo una montaña artificial.
En definitiva, Swarovski se sustenta en el esfuerzo de varias generaciones por unir la ciencia con la poesía, la innovación con el arte tradicional y año tras año nos demuestran que seguirán explorando todas las posibilidades que ofrece el cristal ofreciendo la mejor calidad.